LAS MUJERES EN LA LOGÍSTICA
¿Poseemos las mujeres habilidades que destaquen y aporten a un mundo en donde se aprecia la fuerza y la razón?
No se trata de un escrito sobre igualdad entre sexos, pese a que varios estudios digan que hoy las mujeres tenemos mayor participación en las áreas de operaciones y logística; algunos hablan hasta del 45%. Simplemente quiero escribir, sin ánimo de ofender a nadie, una pequeña historia de superación como tantas hay en el mundo, sobre lo fascinante que es para mi, trabajar en un ambiente que fue dominado por los hombres durante muchísimo tiempo.
Escribo sobre lo complicado que es abrirse un camino, en especial porque no solo debes demostrar tus capacidades, sino vencer prejuicios. Me tocó trabajar el doble, sobre todo cuando daba mis primeros pinos logísticos hace unos años, en donde además de ser mujer tenía el compromiso de ser una gran profesional, integrándome a una operación en donde reinaba la experiencia, la inteligencia y la fuerza liderada por hombres empíricos que me miraban como un bicho raro.
Tal vez uno de los momentos que más ha marcado mi vida profesional fue cuando en un centro de distribución me abordó un operario, por cierto bastante grande, y me dijo: “Usted cree que una niñita bonita como tu va a poder cuadrar este inventario? ¡Esto lleva años así y nadie lo ha conseguido! Es más, ¿Sabes cuántos hombres lo han intentado? ¡Pobrecita!, te deseo suerte.”
Aunque esas palabras me intimidaron bastante, supe ser fuerte; respiré muy profundo, sonreí y seguí mi camino, eso sí, con la clara convicción de que lo que había escuchado por parte de ese operario fue que era la mujer más atrevida, joven y por que no, bonita que él haya conocido. A partir de ese momento mi reto fue mayor. Me sentí desafiada y responsable por demostrar que lo iba a lograr y que lo de “niñita” era una ventaja que iba a aprovechar.
Tengo que confesar que al inicio fue un tanto complicado; intenté actuar como hombre e incluso eliminé de mi vestuario la falda y el vestido para darle espacio al pantalón y a las botas con puntera, creyendo que si me parecía a ellos sería insensible e inquebrantable y así tendría más cabida en este mundo. A los pocos meses entendí que ese no era el camino, pues si quería ganarme el respeto, la confianza y el apoyo de mis compañeros, colaboradores y superiores, tendría que ser yo misma y sobre todo aprovechar mis ventajas; debía destacar lo que soy, una mujer.
Esa fue mi mejor decisión. Llenarme de coraje para destacar las habilidades femeninas, incluso aquellas criticadas como la sensibilidad y vulnerabilidad. Además, me di cuenta de algo y no era que me quisiera aprovechar de eso, pero descubrí una ventaja femenina y era que tenía permitido equivocarme y volver a iniciar las veces que fuera necesario, aclarando que es un mito que las mujeres se equivocan más que los hombres (tengo estadísticas), pero si por ser mujer iban a ser más pacientes conmigo, pues era un problema menos por resolver.
Confieso que no fue para nada fácil lograr cambiar los perfiles, es decir que les fuera indiferente buscar un hombre o una mujer para estos cargos operativos, pero lo logre. De hecho, nos tocó cambiar el nombre del indicador que mide la productividad, “Cajas/Hombre” por el de “Cajas/Persona”, y permítanme decir que, aunque os cueste creerlo, hoy estos indicadores de productividad en el ranking de empresas que conozco son liderados por mujeres.
No miento cuando os digo que tuve que trabajar de más para demostrar mis capacidades, pero el haberme ganado la credibilidad de mi equipo de trabajo fue la mejor recompensa. Desde ese momento todo fue más fácil y cualquier cosa que hacía resaltaba por los resultados, por el mejoramiento de los indicadores y sí… por tener cuadrado el inventario y establecer procesos de control de inventarios que permitían sostenibilidad en el tiempo.
Me permití ser dama, haciendo entender el límite de la confianza y el valor del respeto. Aprendí a gestionar mis emociones. ¿Esto qué significa? Que puedo sentir rabia, frustración, tristeza, ternura, entusiasmo o lo que sea y puedo expresarlas en su justo momento y medida. Luego adquirí más herramientas cuando me certifiqué como coach ontológico y desde ahí ya no solo podía gestionar mis emociones, sino que también podía ayudar a gestionar las de las personas con las que me relaciono cada día. Aprendí a tener espacios para emocionarme, pues entendí que todos necesitamos ser escuchados y potenciar nuestras habilidades, así que como la emoción es lo que nos mueve, decidí que lo más fácil era aprender a mover emociones.
Tengo la convicción, la cual es compartida por colegas que son gerentes de logística, que la mujer dentro de este campo tiene varias cualidades que superan las de los hombres:
- La mujer es más resistente al trabajo de pie, sobre todo en labores como picking o alistamiento de pedidos.
- La mujer es más efectiva en labores y actividades repetitivas. El hombre se distrae más, en especial cuando realiza tareas como verificación de datos, clasificación de mercancías, etiquetado, muestreo de calidad, etc.
- La mujer es menos susceptible a la corrupción ya que piensa más antes de aceptar sobornos o propuestas de actitudes no éticas, por lo que son muy “efectivas” en las actividades de recepción y despacho, dos de las actividades en las que se requiere además de concentración en la tarea, honestidad a prueba de bombas.
Me gusta pensar que soy pionera en un mundo donde era extraño para muchos proveedores sentarse a negociar fletes, equipos y servicios con una mujer; llegar a los congresos y ver tantas mujeres destacando su feminidad y distinguiendo las habilidades de negociación, liderazgo y planificación, siendo reconocidas en el medio como pilares para el aporte de un sector que necesita unir fuerzas para ser competitivo.
Disfruto trabajando con hombres y sentir que por decirlo así, “les ayudo a descubrir su lado femenino”; me ilusiona el trabajar con mujeres que recuperan su amor propio y entienden que no es una competencia de género. Todos los que somos responsables en estas áreas tenemos la tarea de desmitificar y dejar de señalar lo que puede o no hacer una persona, al fin y al cabo, el límite está en la creencia de lo que podemos lograr. Para mí eso se llama “empoderar” y no distingue géneros. Es simple, un líder trabaja para que su equipo esté totalmente “empoderado” de su cargo y potenciando sus habilidades. (Creo que se entiende bastante bien lo de empoderar)
Mi mundo ideal es la combinación perfecta de mujer y logística, pues tenemos la oportunidad de resolver conflictos, tomar decisiones, gestionar, administrar y estar rodeadas de hombres. Un paraíso para desarrollar y potenciar habilidades, siempre con una sonrisa y la falda bien puesta.
Honro a las mujeres que en este medio o en cualquier otro, son maravillosas, muchas llevando la responsabilidad de una familia y para mí son el mejor prototipo de la Mujer Maravilla.
5 años después de esa traumática escena en donde ese operario bastante grande me puso a prueba, recibí por correspondencia un regalo para colocar en el escritorio con una nota que decía: “Eres la mujer más berraca que conozco, un ejemplo para mí y mi familia, ¡Felicidades! Mereces haber llegado donde estás ahora y seguir creciendo”.
Os atrevéis a adivinar quién escribió esa nota?